LA PEDAGOGÍA DEL AMOR

El estilo con el que San Leonardo Murialdo vivió su apostolado educativo entre los jóvenes pobres está inspirado en los valores de la pedagogía cristiana, pero también responde a las sugerencias que provienen del entorno en el que vive; tiene sus raíces en las cualidades de su corazón y mente, pero también se alimenta de su profunda experiencia interior.

Por esta razón, su espiritualidad (el descubrimiento del amor personal y misericordioso de Dios) alimenta no solo su oración y su vida como sacerdote y religioso, sino que también informa su estilo educativo, ilumina los objetivos y aclara los métodos de su actividades entre los niños. En él, espiritualidad y pedagogía interactúan y se enriquecen recíprocamente.

LA PEDAGOGÍA DEL AMOR

Dios nos ama

El descubrimiento gozoso de la misericordia de Dios después de la crisis juvenil en Savona fue el centro alrededor del cual su experiencia interior y toda su existencia se unificarían gradualmente.

Muchos años después, en el Testamento espiritual, recordará su "conversión": "en 1843, a mi regreso del colegio de Savona, verdadero hijo pródigo, cargado de mil pecados, vine a confesarte: - Padre, he pecado contra el cielo y contra ti -. Luego abriste tu corazón paterno a mi oración, escuchaste esta oración y volviste a poseer un alma destinada a ser tu templo, pero que durante mucho tiempo había sido solo una morada de demonios. ¡Oh, cómo fue sensible tu infinita misericordia para mí entonces! (Testamento espiritual, p. 201, Ed. 2010).

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El abandono en la providencia de Dios

La experiencia de la misericordia de Dios se convirtió en el núcleo central de su espiritualidad.

Consciente de ser amado continuamente por Dios, de manera infinita, tierna y sobre todo misericordiosa, Murialdo se comprometió con todas sus fuerzas en responder al amor "infinito" de Dios con un amor "infinito", es decir, con todo de sí mismo. Esta es la tensión espiritual que lo acompañó a lo largo de su vida y que se materializó en el abandono confiado a la Providencia del Padre, en la docilidad a la voluntad divina, en la oración intensa, en la penitencia y en la caridad activa.

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La voluntad de Dios

La convicción de que Dios es amor personal, tierno, infinito y sobre todo misericordioso por cada uno de nosotros llevó a Murialdo a la certeza, no solo mental, sino existencial, de que la voluntad de Dios es el verdadero bien del hombre: por lo tanto, su voluntad debe ser buscada por mí, bienvenida, amorosamente cumplida.

El resultado fue, para él, la aceptación amorosa y alegre de los caminos que Dios le indicó, incluso si no siempre estaban de acuerdo con sus planes: el peso de la dirección del Colegio Artigianelli, con sus dificultades ambientales y económicas, la fundación de la Congregación de San José, la apertura de nuevas actividades y nuevas casas, los lutos  familiares y las enfermedades que minaron su salud. 

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La humildad y la caridad como San José

Lo de Murialdo fue un abandono a la Providencia caracterizado por un sentido de búsqueda activa y al mismo tiempo obediente, en la respuesta amorosa al amor de Dios a través del apostolado entre los jóvenes pobres, la oración, el espíritu de penitencia y mortificación, la humildad de la vida oculta, siguiendo el modelo de San José y la Sagrada Familia.

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Maria, mediadora y madre de misericordia

El segundo deseo confiado por San Leonardo a su congregación es que difunda la devoción a María, mediadora de gracia.

La función materna de María muestra la eficacia de la salvación que Jesús nos ha obtenido. La devoción de Murialdo a la Virgen debe interpretarse a la luz del Testamento espiritual: María es mediadora de la gracia porque es "madre de la misericordia" (Escritos, VI, p. 241; cf. p. 200).

Los dos deseos que el Murialdo legó a sus hijos están unidos por la perspectiva de la misericordia: Dios es misericordioso y la Virgen intercede porque es misericordiosa (cf. Escrituras, IV, p. 3).

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Los últimos

Los destinatarios de la obra educativa de San Leonardo Murialdo son los muchachos y jóvenes de la clase obrera, especialmente los "pobres, huérfanos, abandonados o simplemente díscolos": "Pobres y abandonados: estos son los dos requisitos que constituyen a un joven como uno de los nuestros, y cuanto más pobre y abandonado es, más es de los nuestros" (Escritos, V, p. 6).

Los objetivos de la acción educativa son los de la formación moral, civil y religiosa. Es necesario trabajar para que los jóvenes se conviertan en "ciudadanos honrados, trabajadores laboriosos y valientes, cristianos sinceros y virtuosos" (Escritos, X, p. 119). El objetivo religioso (o como se decía entonces, la "salvación de las almas") encontró en Murialdo un fuerte énfasis, resumido en un lema muy querido por él: ne perdantur, para que no se pierdan (Epistolario, V, 2156 y 2187).

El método y el estilo eran los de estar entre los chicos "haciéndose para cada uno de ellos un amigo, hermano y padre" (espíritu de familia).